viernes, 2 de diciembre de 2011

Introversión

     Estaba duchándose cuando escuchó los pasos cansinos de su madre. Sintió un profundo deseo de desaparecer. Ella suave e indulgente golpeó la puerta para preguntarle si le faltaba mucho, el retraso de quince minutos la preocupaba. No contestó ni se preocupó, el nunca se había especializado en la puntualidad. Salió cubierto con una toalla de manos. La única que encontró en ese bazar de jabones, perfumes y curitas en el que su madre había convertido el baño. Unas huellas diminutas de agua lo acompañaron tras cada paso recorrido. Se dejó caer sobre la cama y con la mirada trémula recorrió cada vestigio de aquel cuarto. Los naranjas esquivos se entrecruzaban con amarillos lacerados, la contrariedad: pretender que los rojos apasionados fusionaran con tanta desdicha. “Es tarde”, la voz de su madre se incrustó en su tímpano como un relámpago. Instintivamente movilizó su cuerpo mecanizado.  Ofuscado, tomó una camisa blanca y un pantalón oscuro y se vistió. Impávido vio que el cuadro perturbaba su pensamiento y sintió su aliento entumecerse.
    La mañana serena, la felicidad de la brisa recorriendo su rostro se esfumaban con cada recuerdo indulgente de un lienzo convirtiéndose en obra maestra como la oruga en mariposa, como un cuadro cautivando a su musa.
     Sus primeros movimientos torpes hacían crujir el silencio de toda una calle, la gente y esa disponibilidad nueva al despertar, solían dejarle un sentimiento liberador. Los nenes en la plaza imitaban los juegos de adultos, una bocina volvió a sonar sin ruido como en una película muda, los últimos suspiros de quietud terminaron por esfumarse.
     Cuando llegó a la escuela, después de sortear los vaivenes de tres colectivos y ancianas contando sus pasos, abrió la puerta “profesor”, oyó que le dicen  entre crujidos matinales de niños revueltos. Miró a todas partes y no vio a nadie. Sintió una euforia tal que pensó que no lo resistiría.
    De inmediato, como diapositivas fotográficas, se aparecieron en su mente los colores de su cuadro inconcluso. El calor de una mano en su hombro lo sacó de sus  pensamientos, una sonrisa involuntaria de reconocimiento  calmó el furor de la materia gris arraigada en su ser.  Un viejo compañero cruzó unas palabras sobre la exposición que se realizaría dentro de unas semanas. Pedro miró sus pies y notó sucios sus zapatos.. Las manchas le llamaron menos la atención que descubrir el descuido de su madre.
    Diez minutos más tarde se encontraba recorriendo las calles de regreso a su casa. Al llegar,  miró el cuadro y examinó cada color de su pintura. Reconoció los naranjas y sus matices, el amarillo disipando las durezas y notó que el rojo protegía una rosa deslumbrante como una corona de luz. Acercó  todo su rostro al cuadro, el perfume (una mezcla de jazmines con amapolas) lo redujo a imágenes móviles como en una película de suspenso. Recién, entonces, recordó esa secreta bomba de tiempo. Sus ojos se posaron sobre la pintura y vio, reflejado sobre el cristal de un espejo, el fogonazo blanco, la pequeña rosa, y por fin la mano de su madre soltándose de la suya  desangrándose en sus brazos.



sábado, 28 de mayo de 2011

Esta noche

Esta noche tiene alas que absorben
la última gota de mi sangre,
oscura, gris y espesa.
Esta luna ha mutado,
hoy se viste de fiesta y
entona la plegaria,
de mares bravos y ondulantes,
que atesoran el mensaje de mi agonía.
Esta noche he sido el infinito,
he viajado a tus humores y
he suplicado para verte y
sumergirme en tu presencia.






lunes, 2 de mayo de 2011

Herrumbradas mis palabras

se inmutan en la etérea resurrección del ser agónico.

Es esta piel clandestina que sostiene mi carmesí y

se sumerge al fuego lascivo de mi alma.

Destiérrame olvido y

devuelve a mi ser el clamor danzante de las hadas.

¿Quién naufraga los aromas desprovistos de mañanas?

¿Quién recorre la maleza de hierbas urdidas en mis manos?

¿Quién apuesta un suspiro a esta voz trinada?

Y aquí me imploro

el todo y la nada

asesina y angel

torbellino y calma,

recuerdo del adiós

desvanecida, trémula, condenada.

Incógnita noche

piedra errática

se esfuma la noche

y en ella mi última plegaria.

miércoles, 27 de abril de 2011

Ausente

Pronto comprendí aquello, 

la sílaba perdida cobró sentido

y desperté con la suavidad del filo.

Aquel filo arraigado en mis entrañas

mis vísceras han perpetuado la perplejidad del adiós

han sido testigos de espinas sigilosas

                               de silencios escurridizos

                                 de sedas teñidas de rojo

                                        de luces apagadas.. 

He sido yo la protagonista de caminos cuajados por la desidia

anduve descalza 

anduve sin alas

Cansada peine mis cabellos, roce los recuerdos y 

descubrí el misterio.

Me abandonó el ocaso

y fui ausente

y no presente

Porque entendí tu ausencia

Porque entendí tu presencia

aquella que nunca tuve

Y fui nuevamente y reiteradamente ausente,

ante tus ojos

ante lo que fuimos

ante la mirada indómita de quien todo lo prometió

pero nada dio

y me sentí ausente.

Una palabra borrada,

una escena mutilada.

Absorbí la palabra clave

Ausente

siete letras

 cuatro vocales

  tres consonantes

y aún ausente , te esperaba.



martes, 1 de marzo de 2011

Transmuto con el paso de las horas, inhalo la naturaleza que arraiga mi ser, y mis lágrimas son el ocaso  de  quien  señala con el dedo. Castigo el impulso humano y desenfrenado que se encuentra en mí. A veces recorro la mano y juzgo el horizonte sin ver el más allá. A veces soy yo y a veces una perfecta desconocida. Me pierdo en la palabra y la noche me acompaña con su oscuridad. He intentado en vano ser quien no quiero ser, a veces neurótica , romántica y destructiva, pero sobre todo ajena. Cada una de ellas me interpretan, y ninguna ha logrado convencerme, siempre elijo mi propio disfraz. Soy un universo paralelo, un sin fin de sensaciones, he creado la mentira más verdadera, y aún siendo presa , quizá , soy mi propia libertad.